El
cazador que venía delante representaba veintiocho o treinta años:
alto y bien barbado, tenía el pescuezo1
y el rostro quemados del sol, pero por venir despechugado y sombrero
en mano, se advertía la blancura de la piel no expuesta a la
intemperie, en la frente y en la tabla del pecho, cuyos diámetros
indicaban complexión robusta, supuesto que confirmaba la isleta de
vello rizoso que dividía ambas tetillas. Protegían sus piernas
recias polainas2
de cuero, abrochadas con hebillaje hasta el muslo; sobre la ingle
derecha flotaba la red de bramante3
de un repleto morral4,
y en el hombro izquierdo descansaba una escopeta moderna , de dos
cañones.
(Emilia
Pardo Bazán: Los Pazos de Ulloa)
1Parte
del cuerpo animal o humano desde la nuca hasta el tronco.
2Especie
de media calza que cubre la pierna hasta la rodilla.
3Hilo
o cordel hecho de cáñamo.
4Saco,
colgado por lo común a la espalda, para echar la caza.
Es
el más alto y fuerte de la clase y el mejor; todo lo que se le pide
lo presta. Nunca se ríe ni habla; permanece quieto en su banco, muy
estrecho para él, con la espalda encorvada y la cabeza metida entre
los hombros. Toda su ropa le queda ajustada. Lleva la cabeza rapada y
usa la corbata siempre torcida. Es buenísimo para las matemáticas y
lleva sus libros cuidadosamente forrados y sujetos con una correa
roja. No se enoja nunca, pero pobre del que le diga que lo que él
afirma no es verdad.
Cuando
lo miro me sonríe con los ojos, como diciendo:"Somos amigos".
Yo lo quiero mucho.
(Edmundo
de Amicis: Corazón)
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