miércoles, 9 de octubre de 2013

Ejercicio sobre el código elaborado y restringido

Explica el concepto de código restringido a partir del siguiente texto (el sainete titulado Sangre gorda) de los hermanos Álvarez Quintero:

"Grande pena es la de un siego
que no ve por donde va,
pero mayor es la mía,
que no sé tu voluntá.

¡Por vía der merengue! ¡Ya cosí una manga ar revés! (Suelta la costura y se levanta sofocadísima). Señó, si no es posible; si no tengo la cabesa en la costura.¡Ay, qué condenasión de hombres!... ¿Dónde he echao mi abanico? Aquí está. (Se abanica con furia). Como San Lorenso voy yo a morí por ese sangre gorda de Santiago: ¡achicharrá! ¡Jesú, qué sofoco! Soplo y caliento el aire. (Pasea unos momentos rabiosa y como dándose razones a sí misma). Mira, Candelita, vamos a cosé, que te tiene más cuenta. (Vuelve a sentarse a ello)."

Explica ahora el concepto de código elaborado a partir de un texto de Azorín, especificando si pertenece al nivel culto o al nivel estándar:

"Ciego será quien no vea por tela de cedazo; este refrán no se ha hecho para Américo Castro. Sobre cada autor, sobre cada texto, una tela de cedazo a través de la cual es preciso ver. Una palabra no ha sido puesta donde está por capricho del autor; un circunloquio no ha sido trazado indeliberadamente; un giro, que nos parece raro, no es raro si lo examinamos bien; tal elogio nos suena a hipocresía; pero no tenemos en cuenta en qué circunstancias fue escrito; tal condenación nos parece excesiva; mas no caemos en la cuenta de que se halla atenuada, si no contradicha, por otras palabras que, como al descuido, ha dejado caer antes el autor. En resumen, que esta tela de cedazo que cubre el texto ambiguo es necesario que sea traspasada con la vista; con una vista de lince, de psicólogo doblado de historiador. Diríase que el autor contaba por adelantado con la inteligencia, la sutilidad, la penetración de su comentador de tres o cuatro, siglos después. Al escribir Cervantes tal frase -y era peligroso escribirla de otro modo- ya seguramente tenía el consuelo de que, si centenares y centenares de sus coetáneos no calaban el verdadero sentido, llegaría momento en que alguien habría de ver lo que el autor cauteló."


No hay comentarios:

Publicar un comentario