miércoles, 5 de junio de 2013

Comentario de "Mirando el tejado" de Gerardo Diego

El primer verso de cada estrofa es dodecasílabo (formado por dos hemitstiquios desiguales: 7 + 5), mientras que segundo y el tercero son pentasílabos. En los dos primeros versos de las estrofas no encontramos ninguna rima que siga un esquema regular, pero el hecho de que cada estrofa termine con la palabra alma suple esta ausencia, a la vez que nos remite a la forma de estribillo, tan típica de la poesía popular. (En algunas estrofas podemos localizar ocasionales asonancias: teléfonos / viento, estrellas / perpetua. La combinación de regularidad e irregularidad métrica es propia de la poesía popular.

La estructura del poema es enumerativa: se trata de una sucesión de elementos a los que el poeta se dirige (apóstrofes) para confiarles su intimidad. Eso también nos remite a la primitiva lírica popular (cantigas de amigo, villancicos...). La enumeración está constituida por objetos que el poeta puede observar desde su ventana: tejas, calles, vidrios, hilos de los teléfonos, musgos, ropas tendidas. En las dos últimas estrofas, se refiere a ellas en conjunto: “cosas, humildes cosas en los tejados”, “todas vosotras”. Esta serie enumerativa se distribuye además de un modo paralelístico, subrayado por la función de estribillo que asume el tercer verso de cada estrofa. El paralelismo nos recuerda también a otro poeta que sirvió de modelo a los de la Generación del 27: Gustavo Adolfo Bécquer. En las tres primeras estrofas es donde queda más clara la forma paralelística:

Tejas...
no sois tan...
como mi alma.

Calles...
no veis tan...
como mi alma.

Hilos […] de los teléfonos,
no os hiere...
como a mi alma.

Las estrofas siguientes introducen variaciones sobre este esquema basado en el contraste entre el objeto contemplado por el poeta y su alma:
  • no sois tan secas / como mi alma
  • no sois tan ácidas / como mi alma
  • no veis tan turbio / como mi alma
  • no os hiere el viento / como a mi alma, etc.
Las personificaciones van a ser casi constantes en esta confrontación entre el paisaje urbano y el alma del poeta:
  • sedientas tejas de los tejados
  • vidrios cansados […] no veis tan turbio...
  • hilos de los teléfonos / no os hiere el viento...
  • tendidas ropas tomando el sol
  • humildes cosas en los tejados
Se trata de una composición de tono marcadamente pesimista, sin ninguna resolución al final. Al mirar por la ventana, el poeta considera que él se encuentra mucho peor que los objetos más tristes y humildes: tejas sedientas, calles pálidas, vidrios sucios, hilos telefónicos... La soledad y la depresión definen el tono, sólo aligerado por transfigurada belleza del paisaje urbano.


Tejados de Madrid

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