viernes, 9 de mayo de 2014

Comentario de "El poeta pide a su amor que le escriba", de Federico García Lorca (2)

En el primer cuarteto llama la atención el oxímoron “viva muerte” (contradicción entre el adjetivo y el sustantivo), extraído –como también el último terceto– del lenguaje de la poesía mística. Esta intensa contradicción revela la naturaleza conflictiva del amor (tópico también del Siglo de Oro), en donde placer y sufrimiento van a partes iguales. El v. 4 resulta también un tanto paradójico: “que si vivo sin mí quiero perderte”. ¿Se hace eco del “vivo sin vivir en mí” de Teresa de Jesús? Seguramente, abundando en los tópicos de la mística del s. XVI. La alienación del amor no correspondido es también un “vivir sin mí”, lo cual aboca al poeta a la soledad y a la “noche oscura” del final.

Otro elemento característico del poema son los versos bimembres, es decir, divididos en dos mitades:

Amor de mis entrañas, / viva muerte (v. 1)

El aire es inmortal, / la piedra inerte (v. 5)

ni conoce la sombra / ni la evita (v. 6)

Pero yo te sufrí,  / rasgué mis venas (v. 9)

Y la presencia de parejas de elementos contrapuestos (antítesis): tigre y paloma (v. 10), inocencia frente a ferocidad; mordiscos y azucenas (v. 11), pasión y pureza; llena, pues, palabras […] / o déjame vivir... (v. 12-13), amor frente a abandono; locura frente a serena noche (v. 12-13). Todo eso abunda en el sentido conflictivo, agónico, dualista de este poema. La realidad queda fracturada en elementos que no pueden conciliarse. Y el poeta sólo parece encontrar una salida en esa “serena noche / del alma para siempre oscura” de los místicos.

Dibujo de Federico García Lorca

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