viernes, 9 de mayo de 2014

Comentario de "Beato sillón", de Jorge Guillén


  • Métrica.- Se trata de una décima (diez versos octosílabos con rima consonante que sigue la disposición abbaaccddc).
    a = asa
    b = encia
    c = én
    d = alta
  • Tema.- Constatación de la perfección del mundo.
  • Comentario.- El poema empieza con un apóstrofe en el que, a la vez, concurren una exclamación y una personificación: “¡Beato sillón!” Se dirige a un objeto cotidiano, atribuyéndole una cualidad humana, la beatitud, es decir, la felicidad o, en un contexto cristiano, la bienaventuranza. Podemos pensar en un desplazamiento calificativo: el sillón es beato porque procura la beatitud al poeta que, sentándose en él, disfruta de momentos de placidez y serenidad. A pesar del apóstrofe inicial, el poema está escrito en 3ª persona (“corrobora su presencia”) y no en 2ª, como sería de esperar. Además, el poeta ni siquiera se halla ante su objeto poético, antes bien, disfruta adivinando su presencia desde otras habitaciones de la casa. La mera existencia del sillón ya le produce una sensación de bienestar:

                                                                   […] La casa
                                              corrobora su presencia
                                              con la vaga intermitencia
                                              de su invocación en masa
                                              a la memoria.

  • El poeta siente a la vez una interrelación y una profunda armonía entre el sillón y el resto de la casa. Esta armonía se concreta en la sensación de placidez, de ausencia de sobresaltos o de cualquier motivo de inquietud: “No pasa / nada.” El encabalgamiento, al cortar en dos una frase hecha ya muy lexicalizada, consigue cargarla de sentido nuevo. Por otra parte, ese no pasar nada nos sitúa en un instante inmóvil, en una sensación de plenitud y de eternidad. Los versos siguientes no hacen sino confirmar esta impresión: “El mundo está bien / hecho.” Por segunda vez, un encabalgamiento que corta un sintagma y hace que nos fijemos más en una frase hecha, en lo que quizá es el verso más conocido y citado de Guillén y donde con más claridad se revela el tema: la perfección del mundo. Entre ambos, otra característica del ámbito doméstico donde todo es conocido, usual, consabido: “Los ojos no ven, / saben.” Nada llama la atención, uno puede transitar por el hogar casi a ciegas. Hay una relación más táctil que visual con los objetos acostumbrados. Encontramos, pues, dos oraciones negativas (“No pasa / nada. Los ojos no ven, / saben.”) pero de sentido positivo: negar para afirmar más profundamente.
  • En los últimos versos, una alusión a S. Juan de la Cruz enfatiza el sentido de plenitud casi mística de esa experiencia de placidez. Escribe el poeta renacentista:

                                        y fui tan alto tan alto
                                       que le di a la caza alcance.

    Jorge Guillén, con la repetición del sintagma “de tan alta, / de tan alta” (reduplicación), alude a esos conocidos versos de del poeta de Fontiveros. El instante exalta la perfección del mundo, con una elevación que ya no admite altibajos:

                                   […] El instante lo exalta
                                   a marea, de tan alta,
                                   de tan alta, sin vaivén.

  • Es difícil dividir un poema a la vez tan breve y con tanta condensación expresiva; en todo caso, si tuviéramos que determinar su estructura, distinguiríamos:
    1. Versos 1-5.- El sillón inmerso en el ámbito de la casa y su interrelación; la memoria como actualización de su presencia.
    2. Versos 5-8.- Sensaciones asociadas a la presencia del sillón: placidez, bienestar doméstico, intemporalidad.
    3. Versos 8-10.- Profunda afirmación vital desde el bienestar que experimenta el poeta.

      Para ampliar el comentario ver aquí.



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