jueves, 14 de noviembre de 2013

Retrato de un romántico: rebeldía y frustración

  • El Romanticismo es una reacción frente a la Revolución industrial y a la burguesía que se está enriqueciendo a costa de lo que será el proletariado (clases bajas urbanas o emigración rural) y que está produciendo transformaciones profundas en la sociedad y en el paisaje. Frente al pragmatismo cínico y al conservadurismo de esta clase social, el romántico defiende el idealismo y el regreso a los principios de la Revolución francesa.
  • El hombre romántico muestra una actitud rebelde ante cualquier norma o ley: tanto en el plano vital como en el artístico. Vida y obra, además, están muy unidas para el artista romántico. Tendrá actitudes poco convencionales en su vida sentimental e intentará romper con las normas del arte neoclásico.
  • El romántico también es individualista: busca manifestar una personalidad bien diferenciada en lo artístico y en lo vital. Debe tener un estilo y un mundo propio perfectamente reconocibles.
  • Se cree de una sensibilidad superior: su enemigo es el burgués materialista y ramplón (el filisteo) y su ideal es el genio, el ser humano marcado por un destino único y capaz de hacer avanzar el arte y el pensamiento por caminos hasta ahora desconocidos (por ej. Beethoven).
  • Es idealista porque persigue la belleza y la libertad absolutas: rechazando cualquier convencionalismo, cualquier concesión al gusto del público. Sólo se debe fidelidad a sí mismo y a su misión como artista.
  • El choque de estos altos ideales con la realidad -rechazo del público, problemas económicos, etc.- le lleva al pesimismo y al aislamiento. La melancolía e incluso el suicidio son frecuentes entre los románticos. La sordera de Beethoven o de Goya son metáforas del genio aislado en su mundo y ajeno a los bajos intereses de su entorno.
  • La evasión es otra opción ante el desengaño. El romántico busca una compensación en mundos lejanos (la Edad Media, lo oriental, Marruecos, Asia...) donde puede explayarse y proyectar sus propios conflictos, frente a la incomprensión de sus contemporáneos. A veces la Edad Media servía como disfraz para plantear temas políticos que hubieran resultado inconvenientes para la censura.

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