La etapa sensitiva (1898–1915)
Esta etapa se subdivide a su vez en
dos sub-etapas: la primera abarca hasta 1908; la segunda, hasta 1916.
a) La primera está marcada por
la influencia de Bécquer, el Simbolismo y un Modernismo de formas
tenues, rima asonante, verso de arte menor y música íntima. En ella
predominan las descripciones del paisaje como reflejo del alma del
poeta. Predominan los sentimientos vagos, la melancolía, la música
y el color desvaído, los recuerdos y ensueños amorosos. Pertenecen
a esta etapa Rimas (1902), Arias tristes (1903),
Jardines lejanos (1904) y Elegías (1907).
b) La segunda época se vierte
en la forma del arte mayor (endecasílabos y alejandrinos), la rima
consonante, el estrofismo clásico (sonetos, serventesios); denota
una mayor impronta del simbolismo francés (Baudelaire, Verlaine) y
del decadentismo anglo-francés (Walter Pater). El poeta logra
perfectas cumbres parnasianas, especialmente en los sonetos.
Pertenecen a esta sub-etapa La Soledad Sonora (1911),
Pastorales (1911), Laberinto (1913), Platero y yo
(elegía andaluza) (1914) y Estío (1916). Hacia el final
de esta etapa el poeta empieza a sentir el hastío de los ropajes
sensoriales del Modernismo y preocupaciones relacionadas con el
tiempo y la posesión de una belleza eterna.
La etapa intelectual (1916-1936)
Su primer viaje a América y el
contacto con la poesía en inglés (Yeats, Blake, Emily Dickinson,
Shelley...) marca profundamente esta segunda etapa (1916–1936),
bautizada por él mismo como “Época intelectual” y que le
vincula a la corriente literaria del Novecentismo. Se produce un
hecho fundamental: el descubrimiento del mar como motivo
trascendente. El mar simboliza la vida, la soledad, el gozo, el
eterno tiempo presente. Se inicia asimismo una evolución espiritual
que lo lleva a buscar la trascendencia.
En su deseo de salvarse ante la
muerte, se esfuerza por alcanzar la eternidad, y eso sólo puede
conseguirlo a través de la belleza y la depuración poética.
Suprime, pues, toda la musicalidad, los argumentos poéticos, la
aparatosidad externa y ornamental anterior para adentrarse en lo
profundo, en lo bello, en lo puro, en lo esencial.
De esta época destacan Diario de un
poeta recién casado (1916), Eternidades (1918), Piedra
y cielo (1919), Poesía (1917–23) y Belleza
(1917–23). La Estación total (1923–36) recoge los últimos
poemas escritos en España. El 22 de agosto de 1936, Juan Ramón
marcha al exilio.
La etapa suficiente o verdadera (1937–1958)
Pertenece a la etapa suficiente o
verdadera todo lo escrito durante su exilio americano. Juan Ramón
continúa replegado en sí mismo en busca de la belleza y la
perfección, aunque no tanto como para no preparar un amplio libro en
favor de la República española, Guerra en España, que nunca
pudo ver publicado. Su ansia por la trascendencia lo lleva a una
cierta mística y a identificarse con Dios y la belleza. Tras un
período de relativo silencio, publica Animal de fondo (1949),
Tercera antolojía poética (1957), En el otro costado
(1936–42) y Dios deseado y deseante (1948–49).
En Animal de fondo,
el poeta busca a Dios «sin descanso ni tedio». Pero ese dios no es
una divinidad externa al poeta, sino que se halla en él y en su
obra. Ese dios al que se refiere es causa y fin de la belleza. Dios
deseado y deseante (1948–49) supone la culminación de Animal
de fondo. El poeta llega incluso a identificarse con ese dios que
tanto ha buscado. Un dios que existe dentro y fuera de él.
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