Uso de g/j
Kemal se estiró sobre su
jergón de paja rumiando una jerigonza de palabras ininteligibles
producto aún del sueño. Ingenuamente pensó que se hallaba en su
casa del barrio egipcio, con su balconcito de geranios injertados, su
jilguero en la jaula de cobre, su café generoso y sus berenjenas.
Pronto entendió su error. Estaba en la cárcel. Según el gerente,
por infringir la ley, por apropiarse de lo ajeno. Se irguió como
pudo hasta el rincón para beber de la jícara, pero esa sopa de agua
sucia y moho le produjo arcadas. Un ejército de arañas tejía los
jirones de sus telas por los rincones. Afligido, bajó la cabeza y
empezó a gemir bajito. Sus
jipidos llegaron a la
celda vecina, gemela a la suya, donde un gigante gitano apoyaba la
giba en los barrotes y se carcajeaba, ajeno a su pesar...
Uso de b/v
No eran todavía las nueve
de la noche y ya la glorieta que albergaba la verbena hervía de
bullicio. Como un avispero estridente, las risas vibraban en el aire
caliente del verano, más valientes a medida que sobre la luz
vespertina avanzaba la noche con su perfume de fruta y hierba segada.
En el vértice sur de la plaza, altiva y vigilante, escupiendo
desprecio por su víbora boca a los que se atrevían a citarla, Inés,
la bella Inés, esperaba a su hombre. Evitaba, por dignidad,
movimientos de cuello a Este ni Oeste, pero el fuego de sus ojos y la
lividez del rostro mostraban obvia su ira.
Por fin, un bramar de
pistones, válvulas y gasolina dio paso al polvo agresivo de un
gigante a lomos de una Harley que invadió la pista entre la ovación
de unos y las maldiciones de otros. Bien, ahí estaba. Una oleada de
violenta envidia invadió el recinto, pendiente ahora de ambos
jóvenes que se medían con la mirada.